miércoles, 11 de agosto de 2021

Rosángela Riera: “Todo lo que se hace en la vida es arte”

 

      Como si hilvanara sus pensamientos, anhelos, gustos y pasiones, Rosángela Riera Graterol, va “pespunteando” lo vivido en sus 41 años, un tiempo sabiamente invertido en el quehacer cultural fecundo.

     “Tengo el don de desempeñarme en algunas áreas artísticas, porque considero que todo lo que se hace en la vida es arte…vivir, respirar y comer es arte”, resume la “guara”, nacida en Carora el 08 de marzo de 1980.

     -¿Quién es usted?, se le pregunta y, sin titubeos, enlaza varias frases para redondear su autodescripción.

      “Soy una persona sencilla, de carácter fuerte, polifacética, amante de la libertad y del arte. Soy rebelde, soñadora, sincera y, ante todo, leal”, mientras recalca este último adjetivo, como una carta de presentación.

Rosángela Riera Gratero
    La danza, el teatro, los títeres, a quienes da forma y figura al fabricarlos con esmero, son un abreboca de sus múltiples saberes. 

Después, en sus palabras aflora la predilección por la poesía, por escribir… y como grata sorpresa, revela el gusto por la gastronomía, pero no cualquier platillo, no, es la dulcería “típica” la que capta su atención.

“Hago repostería y me inclino por la dulcería criolla”, cuenta sobre un proyecto que la atrapa. “Me gustaría emprender una ruta de dulcería típica…Irme un poco a la gastronomía”, confiesa Riera Graterol.

 

Sus guías

    En 18 años de trayectoria, los maestros están presentes y, en especial una, la mejor educadora “mi madre, ella fue quien me enseñó a ser quien soy. Me enseñó los valores del amor, la honestidad, el respeto. Lo que cuesta y que hay que saber ganar”,  expresa la cultora sobre las bendecidas lecciones que le dio su mamá.

    La vida también le presenta oportunidades únicas y personas espléndidas, a Riera Graterol, quien ha tenido otros maestros que, “marcaron mi vida: “Jonny Salcedo, Olivia Silva, Javier Fernández, Eduarw Govia, Ramón Herrera”.

    Desde su niñez en las tierras caroreñas, Rosángela revelaba las destrezas en los movimientos.

    El baile fluía como una de sus pasiones y, en el grupo de danza Don Pío Rafael Alvarado aprendió el Tamunangue y otros géneros venezolanos, bajo la dirección de Milagros de Pérez.

    Cuando habla de la danza no deja a un lado a seres de gran valía, con quienes trabajó en su adolescencia: Rosario Castillo, manualista e ícono cultural de Carora y Martín Rodríguez, profesor y titiritero.

     Al crecer sus anhelos se extendieron y cambiaron de paisaje, atrás quedó su terruño natal, ahora, con nuevos planes y deseos de estudiar,  haría vida en el municipio Lagunillas, en la otrora Ciudad Ojeda, hoy refundada Ciudad Urdaneta.

   En el Zulia se encontró con estudiantes caroreños, que conformaron el Movimiento Cultural Aquiles Nazoa, al que ella se unió en el 2003.

   “Allí pude ampliar más mis conocimientos e incursionar en otras áreas artísticas y en proyectos interesantes, donde tuve la oportunidad de aprender de la maestra de danza Vita Brito, Liz Morelia Ubán, del profesor Régulo Rincón, del maestro Alexander, Javier Fernández y Luzvi Portillo. 

  En lo político, de Edward Govia, en el área de teatro, tuve el privilegio de trabajar Jonny Salcedo y, por supuesto, con Enrique Meléndez quien en la actualidad es mi director de teatro y quien ha dirigido mis últimas puestas en escena”, cuenta Riera Graterol.

Los proyectos de sus sueños

   Sus deseos tiene la inmensidad del cielo, como bien diría el poeta, en este caso, Rosángela prueba el dulce sabor del logro, al recordar una de las metas que más le ha gustado. 

  “Ha sido el proyecto “Dale tu mano al indio”, porque  nos permite adentrarnos en las etnias vivas del Zulia y mantener intercambios culturales con nuestros aborígenes, que desarrollo con la fundación Aquiles Nazoa de la mano del maestro Javier Fernández”, se expresa rebosante por las experiencias adquiridas.

 

 

 Los sueños siguen desarrollándose, hay uno que aún está en anhelo, pero la cultura no pierde la esperanza  para materializarlo.

 

     “El proyecto que más me ha costado levantar es una sede para la fundación de la que formó parte, pero allí seguimos en pie de lucha…Siempre he soñado con esa escuela de Aquiles, verme entrando allí y observar todas las áreas artísticas en pleno ensayo...”, lo expresa casi como si viese la imagen con la nitidez de una película.

    Sus vivencias son floridas y numerosas, como parte de la fundación también tuvo la cercanía con cultores de renombrada trayectoria en el Zulia, entre ellos, Juan de Dios Martínez y su familia, con quienes compartió y recibió formación sobre la gaita de tambora y perijanera.

    “La manifestación a la que ellos (los Martínez) consagraron su vida. Además, de talleres de San Benito y sus golpes con la familia Ochoa, de Cabimas, quienes siguen ese legado”, cuenta sobre la cantidad de privilegiados encuentros con formadores de gran estampa.

   Como alguien deseosa de aprender y enseñar, comparte la educación bajo la visión del maestro de Simón Bolívar.

    “Ejerzo el arte de enseñar bajo la filosofía de mi maestro Simón Rodríguez”, una notable influencia que sin duda, estará dejando huellas entre estudiantes tocados por el sentir creador de Riera Graterol.

 

   La inspiran, también otras fuentes, para seguir su labor con alegría en el alma…Aquiles Nazoa, César Rengifo, Gabriel García Márquez, Arturo Uslar Pietri, Mario Benedetti y Simón Bolívar. 

   “Son muchos los que me mueven”, mientras se dibuja en su rostro el gozo inspirador que la lleva a seguir formándose, porque “en la vida no dejamos de aprender”, suelta como una máxima maravillosa.

Creando con sus hijos y ensayando con ellos para salir adelante en la pandemia, así ha estado y, trabajando con sus niños de la escuela, vía telefónica, sin perder la mirada en seguir adelante.

   Llegamos al final de la conversa y en juego de palabras, Rosángela no dice un nombre: “Jesús” y un momento, “el amanecer”.

   Sigue inspirada en “el amor, de mis hijos”, que conjuga con el deseo de “verlos triunfar”.  Ya se despide, pero antes, nos cuenta con la convicción que madura en la experiencia: “El Amor es la técnica que mueve al ser humano”. 

 

 “Ejerzo el arte de enseñar bajo la filosofía de mi maestro Simón Rodríguez”


 

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