lunes, 22 de noviembre de 2021

“En el ADN venezolano está la música”


Ese sábado, cuando esperábamos en El Mural, para entrevistar al profesor Emilio Contreras, director del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, núcleo Lagunillas, veíamos fluir una energía intensa. Había ensayo, pero el latir y sentir sobrepasaba la estructura de este emblemático “tanque”. Y no era para menos, horas más tarde, la organización Récord Guinness certificaba que tenemos la Orquesta Más Grande del Mundo y, además, adjudicaba una descripción: “Son oficialmente asombrosos”.

Hoy, Día del Músico en Venezuela compartimos con ustedes la entrevista y, a través de esta conversación, deseamos reconocer el talento y los aportes de quiénes viven y aman la música. De entrada, no podemos eludir, el tema del reciente Récord Guinness.

"Desde que recuerdo siempre amé la dirección", expresa Contreras. Acá se le observa dirigiendo a la Orquesta en un Concierto en la Plaza Bolívar.

 

“Es súper emocionante ostentar ese récord, porque nosotros en cada rincón de Venezuela podemos encontrar una orquesta. No es igual en todas las partes del mundo. Increíblemente, cuando uno va a otros lugares se encuentra con que las orquestas no solamente son contadas sino que, además, la cultura del acceso a la música orquestal es reservada, muy administrada. En cambio en  nuestro caso venezolano, todo el mundo puede acercarse y todo el mundo puede escuchar”, afirma el profesor Emilio, durante la entrevista, donde sentimos, la vibración de la música  desde las palabras del director del núcleo y testigo en primera fila de este récord Guinness.

 

-Ver a los muchachos ensayar, hacer una presentación y que todo el mundo pueda escucharlo, acercarse y disfrutarlo libremente, usted está diciendo que no es tan accesible en otras partes, de esas personas, a quienes les ha escuchado decir el asombro qué les causa esto, recuerda un mensaje…

-Lo que plantean normalmente en nuestro caso, cuando ven a los muchachos del Sistema no es solamente que hacen música, y no es solo que digan, pero es que son niños y haciendo música. Lo hemos escuchado muchas veces, uno no logra poner de acuerdo lo que ve con lo escucha, porque son niños, pero tocan de una manera magistral. Hay una cosa que me llama mucho la atención y que a mí me ha marcado mucho, que es una frase que usa mi maestro Rubén Cova.

Él dice yo no trabajo con niños ni con adultos, trabajo con músicos. Y no me importa si tú vas empezando o tienes treinta años haciendo esto, lo que tú estés haciendo tienes que hacerlo con excelencia. No importa si estás aprendiendo a agarrar el arco, a sacarle sonido a la caña o a la embocadura. Una de las premisas del Sistema y, que a la gente en otros países le asombra mucho, es que hay una vena que tiene el venezolano, un nervio, un fuego en la sangre que tiene e impresiona muchísimo. Tocan y hacen música con una pasión. Se ven que son uno, que son una unidad múltiple. Y esa pasión, ese amor, es de hacer las cosas juntos, nos caracteriza muchísimo en el Sistema y llama mucho la atención  a nivel internacional.

 

-Le agregaría profesor que además de amor, hay mucha emoción e intensidad…

-Y además, mucha alegría. Recuerdo que cuando la Simón Bolívar fue a Japón, con el maestro Gustavo Dudamel y decían no se vayan a poner mal, a deprimir si ustedes ven que la gente no aplaude efusivamente, porque aquí la gente es así. Aplaude sentada. Y resulta que, ese teatro se iba a caer. La gente estaba de pie pegando gritos, silbando. De hecho el que lo decía era uno de los managers que llevaba a la Orquesta, quedó impresionado por la reacción de la gente. Contagia la alegría de la juventud venezolana, de la idiosincrasia venezolana, ese Caribe que llevamos por dentro, contagia. Hemos visto cómo ese fuego se contagia a las personas, asombra y conmueve.

 

"El núcleo de Lagunillas está más vivo que nunca", así lo asegura su director.

 

-Se decía mucho y se pensaba cómo llegarán los muchachos a las clases, a sus actividades, por ejemplo, ahora que han retornado, que están calibrándose ¿Cómo percibe este renacimiento?

-Ese es el punto. Nosotros al haber hecho este esfuerzo (Récord Guinness) ya triunfamos, tuvimos la oportunidad de regresar con tanta contundencia, con este poder, está alegría y estas ganas de hacer. Con sinceridad sentía que iba a tener que recoger del piso el ánimo de todos nosotros, incluyéndome, que íbamos a tener que empezar de a poquito. ¿Quieres venir? No, no quiero. Y tener que buscar. Cuando de repente la directiva de nuestro Sistema de una manera muy inteligente nos dice este es el plan que tenemos y ¡vamos a hacerlo! 

Es un reto demasiado por encima de lo que podamos imaginar, porque tenemos año y medio sin tocar. Pero en segundo lugar, cuando les decíamos a los muchachos: miren está esto. ¿Qué hacemos? Fue como si no hubiese habido pandemia. Todos los muchachos se sumaron a trabajar y ese solo hecho que hayamos podido retornar dando un mensaje de: estamos vivos.

De seguimos con la alegría de ser, de hacer, de tocar, cantar y luchar ya representa un gran éxito y un gran triunfo de toda esta jornada que empezó en septiembre. Y que en este momento, nos ha permitido tener continuidad de los muchachos. Creí que sería muy distinto y acá están los muchachos. 

-Podemos decir que hayan hecho el concierto y, los ensayos, ya es un récord.

-Hay algo más, las personas que estuvimos allí, tal vez las palabras no lo puedan describir ni definir. El día que llegamos al primer ensayo me decía ´Dios mío esto va a estar difícil´. Resulta que había un sol terrible ese día y de repente, como quince minutos antes de tocar se vino una nube, creí que iba a llover y no, simplemente se tapó el sol por un lado y por el otro. Recuerdo mucho esto hubo, un silencio intenso, poderoso, conmovedor incluso. Decía somos doce mil y no hay nadie hablando ¿qué está pasando aquí? Eso me marcó mucho. Cuando empezó a sonar la Marcha Eslava, que era la que teníamos para mostrar para acceder al récord dije ´esto se acabó, ésta es otra orquesta, otro nivel´. Era como que todo el mundo estaba comulgando alrededor de la música, de saber que estábamos haciendo lo que amábamos, que éramos uno solo, una unidad múltiple. Éramos 12 mil personas, pero éramos una sola energía.

-Estaban hablando un lenguaje universal, que es la música y sólo lo podían descifrar quiénes estaban allí.

-Sí, lo es. Es una oportunidad única y casi podría decir irrepetible. Es muy difícil que uno pueda vivir dos veces estar junto a doce mil personas haciendo la misma música. Éstas cosas pasan una vez en la vida, si pasan dos ya es mucha ganancia.

  

Los jóvenes  fueron parte de los 12 mil músicos que rompieron, el 13 de noviembre, el Récord Guinness, al tocar y convertirse en la Orquesra más Grande del Mundo.


-Veíamos una juventud maravillosa entre los ejecutantes de instrumentos y los directores ¿Tiene conocimiento usted de cómo se seleccionó a estos jóvenes que dirigieron la Orquesta?

-Bueno hubo tres caballeros y tres damas. No tengo el conocimiento de cuál fue el criterio para elegirlos, pero sí puedo decir que son de los mejores directores y directoras de Venezuela. Por cierto, una de ellas alumna mía, María Gabriela Hernández. Ella es directora musical del núcleo Sur del Lago. Es la jovencita de dieciocho años. Naileth Castro es una muchacha súper talentosa y disciplinada, es en este momento, la gerente estadal más joven que tiene el país, la conozco desde hace años. Por cierto cabimera, uno de sus primos ha sido integrante de nuestra orquesta, es decir, ella es la gerente estadal del estado Amazonas. Creo que aparte del talento que es innegable, musicalmente tienen una intuición impresionante. Tiene mucho simbolismo para mí de dónde vienen. Son muchachas que están haciendo un gran trabajo. María Gabriela estuvo con nosotros en la gira a México y dirigió allá junto con María Daniela integrante de nuestro núcleo. Y demostró un talento impresionante. Ese tipo de cosas, saber que un muchacho de esos está en Caja Secas haciendo lo que hay que hacer para ayudar a sus compañeros, que son jóvenes también como ella, eso tiene un valor agregado.

 

-¿Y los directores?

-El maestro Ángel David Ascanio y el maestro Luis Montes son dos de los directores más sobresalientes que hay ahorita en nuestro país. Luis hace dos semanas estuvo con la San Francisco Sinfony en concierto, hace un mes estuvo con Los Ángeles. Está dentro de un programa de apoyo que dirige el maestro Gustavo Dudamel. Es decir, son maestros que indudablemente, tenían que estar allí, por la función que están cumpliendo y, de paso se echaron sobre sus hombros, me consta, todo este reto, porque incluso a parte que nos comunicábamos, nos decían necesitamos que los muchachos hagan esto o lo otro. Estando allá, Ángel David Ascanio era el que evacuaba a los niños. Dos horas diciendo ahora va a salir el núcleo Carapita, por favor vayan saliendo en orden, ahora va a salir la delegación del estado Táchira. Después que diriges todo el día, sentarte dos horas de la noche a dar indicaciones, eso dice que tú estás de lleno y de corazón en esto.

-¿Qué le impresiona de esta nueva generación de músicos y directores?

-Creo que ya en el ADN venezolano está la música orquestal, pero no la orquestal académica sino la música. Recuerdo que cuando empezamos nosotros a uno le decían van a tocar el Danzón de Arturo Márquez, el Danzón 2. Yo decía ¿qué es esto? Uno tuvo que trabajarla, aprendérsela, conocerla. Estos niños han escuchado durante generaciones ese danzón (…) Todos estos niños saben cómo suena el Alma Llanera, saben cómo suena Venezuela de Tarciso Barreto. Estos niños tienen ya suficiente camino bien conocido. Poco a poco se va haciendo más precoz la muestra de esas capacidades. Antes hablar de un niño de 14 años tocando, era decir ¡Dios mío qué impresionante! Ahorita vemos muchachitos de ocho años que te miran a los ojos como retándote: ¡Estoy tocando yo! Con el Programa Nuevos Integrantes del Sistema que es la Atención a las Madres Embarazadas, a través de la música, me imagino ¿cuál será el resultado dentro de diez años de esos niños? y, además, ¿cuál es el resultado del impacto social que esto tiene? Tú vez a una niña de 12 años, que está dictando un taller a sus compañeros, de nueve, diez, once y catorce años. El impacto social que esto tiene es  trascendental. No solo estamos generando liderazgos sino el respeto. Desaparecen muchas barreras y paradigmas que tenemos de decir ´yo a este no lo escucho, porque no es de los míos´. El entendernos, el ser capaz de escucharnos y ponernos de acuerdo es una de las cosas que son de las más importantes que nos ha entregado durante décadas el Sistema. La capacidad de ocupar el espacio cuando nos corresponde, de hacer lo que tengamos que hacer cuando lo tengamos que hacer, porque aunque uno diga esto es lo que yo tengo que tocar, pero lo toco en un momento en que no debo, entonces afecto a toda la orquesta. Todo este tipo de valores intrínsecos, subconscientes, que nos enseña el trabajar juntos la música, estoy seguro que nos dota, nos lega una generación de niños, jóvenes que serán los adultos que van a regir el futuro de nuestro país. 

 

-¿Esa es una de las razones para que nuestro Sistema se mantenga,  perdure y cause tanto interés en el mundo?

-Sí, además se nos ha enseñado un sentido de pertenencia. Yo amo el Sistema. Sé cuántas carencias tiene, porque lo tengo que vivir, sé lo que es tener que lidiar con los detalles diarios y cotidianos, a veces, administrativos, logísticos, humanos, pero yo estoy convencido de que el Sistema tiene una cualidad perfectible. Nosotros podemos con buena voluntad hacer que el sistema mejore. A nosotros se nos ha enseñado a amar esto que hacemos. No es un tema que estoy aquí porque tengo un empleo o porque quiero resaltar sobre los demás es que cada persona que viene acá lo hace, porque tiene una vocación y un amor a lo que hace, y a los que están junto a él, a su propia comunidad. Cuando el maestro José Antonio Abreu nos dejó físicamente. Nos hacíamos la pregunta ¿qué va a pasar? Creo que la visión del maestro José Antonio Abreu trasciende, en primer lugar, su físico, la humana persona, pero además, fue como sembrada en las personas que lo conocimos, que conocemos su obra y nosotros, al buscar honrar esa enseñanza que recibimos durante años, creo estamos encaminando y seguiremos en nombre de Dios, encaminando e impulsando al Sistema no solo como una institución sino como una familia.

Los músicos venezolanos tienen un fuego que impresiona en el extranjero, reconoce el director.

 

-Ahí está el ADN, el maestro Abreu se fue, pero está un ADN muy particular porque no es el característico de la biología, es uno “social”.

-Claro que sí. Y además, hay otra, nosotros pensábamos ¿quién va a quedar? Dónde está la persona con nombre y apellido que va a quedar por el maestro José Antonio Abreu. Y resulta que no era un nombre y un apellido, eran muchos. Había sí y tal vez no todos son economistas geniales como el maestro José Antonio Abreu, pero hay uno que sí lo es, y no todos son unos músicos geniales, como lo es el maestro Abreu, y no todos son unos estrategas o diplomáticos o docentes, pero hay quién sí lo es. Y entonces todas esas personas, que tienen esos distintos talentos, que les fue depositada esa enseñanza se reúnen y crean esa unidad múltiple. Esas inteligencias múltiples nos va diciendo a nosotros miren tenemos que hacer esto. Y ese respeto que hay por el saber del otro, por el talento del otro, que hemos aprendido dentro del otro, que va más allá de la orquesta, eso nos permite trascender en el tiempo y también en el espacio.

-No puedo dejar de preguntarle ¿Cómo está nuestro núcleo de Lagunillas? ¿Cómo ha sido este crecimiento después de vivir la experiencia del récord Guinness?

-Tengo que decir que para mí es un milagro ver a los niños acá, en lo particular venía durante la época de la pandemia y me sentía muy mal. Me decía: Dios mío ¿será que yo estoy cuidando un cementerio aquí? Porque no hay niños, los muchachos son el alma de nuestro núcleo y el hecho de nosotros no poder estar acá a mí me pegaba muchísimo, entonces qué puedo decir. Nuestro núcleo está incluso mejor que antes, porque antes dábamos por sentado que teníamos esto y que nadie nos lo quitaría. Que nosotros todos los días íbamos a poder hacer esto que están haciendo estos niños (ensayo). Ahora sabemos, nos consta ¿cuánto vale y cuánto nos cuesta tenerlo? Entonces el núcleo de Lagunillas está más vivo que nunca, lleno de alegría, de muchas ganas de seguir creciendo. No hemos comenzado de lleno, porque necesitamos unos permisos de las autoridades nacionales y nos han dicho que poco a poco, vamos integrándonos. Y todo el que no está dice yo también quiero. Ha sido una resurrección después de esta situación tan terrible que hemos tenido que padecer. En segundo lugar, seguimos manteniendo la visión y el impulso de ser un referente, nuestro núcleo Lagunillas lo ha sido no solo a nivel estadal, nacional sino internacional. Gracias a Dios hemos tenido la oportunidad de ser representantes no solo del Sistema sino de nuestro país en otras latitudes.

- ¿Cuánto ha crecido Emilio desde el niño que tocaba violín hasta hoy…

-Inimaginablemente, recuerdo haber llegado a la música, porque mi papá estudiaba en Mérida, en la ULA y el decanato de medicina quedaba al lado del núcleo. No sabía ni que era nada. Recuerdo que estando allí en el decanato escuché una obra, que la recuerdo ahorita, era el concierto en La Menor de Bach, le pedí a mi mamá que me llevara. Yo estaba conmovido. Me puse llorar, tenía nueve años. Recuerdo que era el maestreo Jesús Hernández el que estaba, quién acaba de fallecer hace tres semanas, concertino de la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Le pedí a mi mamá que me permitiera tocar violín algún día. Pasó algún tiempo, porque yo tenía 10 años cuando ingresé al Sistema (…) Desde que recuerdo siempre amé la dirección, siempre quise ejercer la dirección, me encanta el violín, pero la dirección era para mí otra cosa. Y pasaron muchísimos años para que pudiese tener acceso a eso. Fue aquí en el núcleo Lagunillas. Una vez que el maestro Rubén Cova tenía que dirigir, mi maestro tenía que dirigir a la orquesta y no llegó. No sé qué pasó en el puente. Me puse a dirigir, a trabajar con los muchachos. Lo hacía normalmente, trabajar con los muchachos, pero él no me conocía. Cuando él llegó yo paré le iba a entregar la orquesta. Me dice no, no continua. Hice los arreglos que tenía que hacer. Listo terminé. Al rato me llama el maestro Freddy Padrón, que es el gran sembrador del Sistema aquí en la Costa Oriental del Lago. Me dice Emilio, Rubén quiere  que tú dirijas tal obra. Era una tonteriíta, una obra infantil, pero para mí representó la cosa más grande del universo. Era una Sonata de Corelli. Recuerdo que yo estaba en el cielo, en esos tres minutos y medio, sentí que toqué el cielo. Después de eso, busqué aprender al máximo, mis compañeros que sabían más que yo, Israel Zambrano, un gran maestro para mí, amigo y hermano. Fue parte de los profesores que estuvieron en el núcleo, mi profe Rubén, mi maestro Gregori Carreño, en Caracas, la maestra Franca, Rubén Capriles, me dieron las bases de lo que hemos hecho aquí. Me dieron la libertad de hacerlo.

 

Texto: Yennys Rojas / Fotos: Cortesía

 

 

 

 

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